Espacios revelados corresponde a el mayor proyecto de arte público realizado hasta el momento en Chile, en el cual diversos espacios abandonados o en desuso, serán ‘revelados’ a la comunidad gracias a las acciones de más de 30 artistas nacionales e internacionales. La iniciativa de la fundación alemana Siemens Stiftung abrió sus puertas el pasado 7 de abril y recibirá, hasta este domingo, a todo aquel que quiera redescubrir el patrimonio de Santiago a través del arte.
La instalación urbana desplaza el espacio expositivo desde museos y galerías a edificios en desuso, sitios eriazos, barrios y comunidades. Con esto desplaza también sus narrativas, recorridos, estrategias de formación y audiencias, además crea una nueva relación entre comunidades Independientes, la academia, el Estado e instituciones privadas.
Uno de los objetivos del encuentro es otorgar un espacio para el arte en espacios inusuales, provocando a los artistas a salir del espacio convencional, a trabajar e investigar la ciudad, su patrimonio y sus comunidades de una forma distinta. Crear nuevos circuitos, provocar el encuentro espontáneo y versátil entre la comunidad y obras de arte pensadas fuera del campo al que estamos acostumbrados.
Además, durante estos 11 días se abrirán estos espacios, incluido NAVE, para que las personas puedan recorrerlos. Si bien la mayoría se ubican en el Barrio Yungay, también hay acciones en otros sectores, como Plaza Italia, Torres de Tajamar, Pasarelas Verdes de San Borja, Quinta Normal, etc. Es una oportunidad única en Santiago de conocer edificios que abrirán sus puertas a la comunidad gracias a este proyecto.
La propuesta de espacios revelados en Santiago propone la aplicación de una metodología curatorial que abarca tres niveles
de interacción con la comunidad; instalaciones efímeras, que se basan en instalaciones artísticas en edificios, casas, sitios eriazos y estructuras en desuso; apropiaciones temporales, basadas en estrategias de transferencia de conocimientos tangibles e intangibles, materializadas mediante talleres, charlas simposios, derivas y visitas guiadas; y apropiaciones permanentes, que buscan aplicar una estrategia de logre perpetuar acciones, metodologías e infraestructuras en los nodos identificados, para fortalecer tanto la cohesión social como el rescate de oficios y prácticas que determinen el fortalecimiento del tejido social de los barrios seleccionados.
No es la primera exposición en recorrer este desplazamiento, y ésta responde a una continuidad de acciones de arte urbanas desarrolladas en Chile, determinadas por una alta carga donde política, economía y reivindicación de grupos artísticos y de arquitectura social han sido las bases de inspiración para la creación fuera de los circuitos tradicionales. Intenta reconocer una incipiente historia y contexto del arte público en Chile, fortaleciendo la existencia de una reivindicación que parece ausente, o en los márgenes tanto de la práctica independiente como institucional.
El encuentro apela a la integración y encuentro del arte contemporáneo y el espacio público, en un territorio de intensificación y diálogo horizontal, y en una ciudad determinada por su vertiginoso y voraz crecimiento urbano. La iniciativa busca crear espacios de encuentro y comunicación vecinales, activar y hacer visibles los trazos que conectan simbólicamente los espacios patrimoniales, tanto materiales como inmateriales, proyectándolos tanto en nuestro presente como en nuestro futuro.
En Chile, como en el resto del mundo, las instalaciones de arte en el espacio público pueden dividirse en iniciativas patrocinadas por el Estado, o desarrolladas desde la autonomía. Según la Ley de Monumentos Nacionales del Consejo de Monumentos Nacionales, “son Monumentos Públicos todos los objetos dispuestos en el espacio público para perpetuar la memoria”. La escultura y el monumento como práctica narrativa que petrifica el relato histórico y republicano, ha sido practicada desde el siglo XIX desde las Escuelas de Artes y Oficios, donde talleres influenciados por escuelas similares europeas y rusas se convertían en los desarrolladores de la producción simbólica del Estado, instalada en parques y plazas como testigos y guardianes del orden simbólico Estatal.
Cientos de monumentos que rinden homenaje a presidentes y militares, en su minoría, aquellos que representan a intelectuales, religiosos y empresarios, determinan y reflejan la alta disciplina nacional hacia las jerarquías de poder. Un caso disruptivo en este escenario es la instalación en homenaje a Pedro Aguirre Cerda encomendada en los años 50 a Lorenzo Berg por el Ministerio de Obras Públicas, considerada como una de las primeras obras de land art en el mundo (Kay). Este mismo Ministerio acoge la Comisión Nemesio Antúnez, responsable de aplicar una ley desarrollada en los años 60, recién puesta en práctica en el año 94, que distribuye recursos para la instalación de obras en edificios públicos, carreteras, aeropuertos y otros espacios comunes.
Por otro lado, el gesto disruptivo, la instalación espontánea, no domesticada y crítica a la hegemonía y el poder, se convertían en sistemas de descompresión del descontento social hacia el orden predeterminado. Ejemplos notables de estas prácticas son la tradición oral de la décima y la paya, que se materializó en objeto tangible entre 1860 y 1930 aproximadamente por la literatura de cordel y la Lira Popular, formas literarias que emergieron desde el descontento e ironía popular, compilados y difundidos por la artista Violeta Parra en los años 50 y 60, generando un proceso de difusión nacional e internacionalmente, desde la investigación de campo, la diversificación de estrategias, como el uso de medios radiales, televisivos y museográficos para la difusión de este discurso popular, propio de la revelación de las comunidades.